Contribuir a la educación integral y la cultura de la sociedad, respondiendo a los siguientes fines: saber la verdad, querer el bien, gustar la belleza, desear la justicia, defender la libertad, buscar el progreso, respetar el orden, contribuir a la solidaridad y la paz entre los hombres.
Respondemos a la finalidad superior de formar el “ser” y transmitir el “saber” por la vía de la “educación integral”, buscando la plenitud del desarrollo de la persona humana. “Ser y Saber” es el lema escrito en el escudo de nuestro colegio: ser hombre en la auténtica y amplia significación, ser libre, ser ciudadano, ser digno… Saber la verdad.
Nos proponemos educar con el alcance de humanizar. Aspiramos a que el hombre sea una plenitud de ser que tiene conciencia de que vive para darle un sentido a la vida. La plenitud de la vida empieza recién cuando comprendemos que lo que más interesa no es la felicidad sino descubrirle a la vida su sentido íntimo y consagrarse a realizarlo.
La raíz que más se adentra en nuestra intimidad para extraer de ella la motivación del impulso de querer trabajar en función docente, es que, guiados por nuestro lema “ser y saber”, contribuyamos a que los niños y jóvenes de ahora sean mejores que nosotros.
Mientras iniciabamos la organización del ICEI, una de nuestras colaboradoras dijo que ésta sería una escuela para “conductores”. Nos parece inobjetable que una organización escolar aspire a formar líderes. La forma para tener una participación en la conducción es la capacitación.
La educación cívica tiene sus grandes bases en la educación moral. Durante el siglo XX ha sido insuficiente la educación moral y cívica requerida por la democracia. Sólo por el camino de la educación se llega a la libertad que nos permite progresar dentro del orden y de la justicia.
Otra razón que invocamos para justificar nuestros afanes docentes son los problemas sociales. ¿Cuál es el remedio? Nosotros decidimos educar.
La acción educativa debe intentar destruir los defectos que dificultan la consecución de los fines propuestos: la vida fácil, la falta de sentido de responsabilidad, el desprecio a la ley y todas las formas de la incultura y las supervivencias de la barbarie.
Los niños y los jóvenes tienen derechos inherentes a esos períodos de la vida, derechos que calificamos de naturales e inviolables. Se resumen en el derecho a ser tratados por los mayores como niños y como jóvenes y a vivir su vida como tales.
No olvidemos que la educación de los niños y de los jóvenes ha de respetar un margen de campo en las ideas, sentimientos y voliciones del hombre del mañana. Ni debe llevarse el derecho del niño hasta negar el derecho a educar, ni debe formársele con rigor pretendiendo modelarlo hasta en los detalles de su personalidad.
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